Zen es un camino de despertar a la realidad
esencial, de raíz, que ningún sentido puede captar
ni ninguna inteligencia comprender. Sin embargo, quien cae en
la cuenta de ella sabe que es más real que cualquier
cosa que se pueda ver, tocar, medir, analizar. Ahí el
ser humano encuentra paz profunda y brota la compasión.
El Zen se remonta a la experiencia de Siddharta Gotama
que vivió en la India en el siglo VI antes de Cristo.
Su leyenda llegó a Occidente y ha influido en obras
de literatura como p.ej. La vida es sueño de
Calderón de la Barca. Cuando Gotama cayó en
la cuenta y llegó a la iluminación o despertar,
exclamó: "Todos los seres son seres iluminados,
dotados de sabiduría y virtud, pero debido a una manera
engañosa de pensar no se percatan de ello."
A partir de este momento se le llama Buda o Despierto. El
Buda Shakyamuni, el Despierto y Sabio de la casta de
los Shakya, se dedicó a enseñar a otros el camino
para caer en la cuenta por sí mismos. Con el tiempo,
en torno a él, sus seguidores formaron un grupo.

Hui-neng, Sexto Patriarca Zen de China
Según la tradición, uno de ellos, el Bodhidharma,
llegó a China a principios del siglo VI después
de Cristo. Al encontrarse de esta manera el yoga budista de
la India con el Tao de China, nació el CH'ANNA o CH'AN.
Esto tuvo lugar en el marco del Budismo Mahayana, cuyo ideal
es el bodhisatva, el iluminado o despierto lleno de compasión.
El CH'AN se extendió desde China por Corea y Vietnam.Todo
el Zen actual se remonta a Hui-neng (637-713), el Sexto
Patriarca Zen de China.
A finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII llegó
a Japón, sobre todo a través de Dogen Zenji.
Allí el ideograma de CH'AN se pronuncia ZEN. En China
habían existido cinco "casas" o familias
de CH'AN. Sólo dos de ellas pasaron a Japón,
a saber Soto y Rinzai.
En el siglo XX el Zen se empezó a extender por Occidente.
Un impulso importante partió del primer Parlamento
de las Religiones del Mundo, Chicago 1893, donde por primera
vez un representante del Zen, Shaku Soyen, abad del
Engakuji de Kitakamakura, habló ante un público
occidental. El Zen se fue conociendo y practicando cada vez
más en Europa a partir de la segunda mitad del siglo
XX. A través de monjes budistas Zen llegados a Europa,
de misioneros cristianos en Japón, p.ej. Enomiya-Lassalle
SJ, y de psicoterapeutas occidentales como Karlfried
Graf Dürckheim, Según unas palabras atribuidas
al Bodhidharma, el Zen es:
Una transmisión especial fuera de toda doctrina,
No se basa en palabras ni letras.
Apunta directamente al corazón humano y
lleva a ver la realidad (kensho) y vivir despierto (jobutsu).
Es una transmisión especial, en realidad
no se trata de trasmitir nada sino de despertar lo que ya
está desde siempre. Se ofrecen un "mapa"
y un "vehículo" para descubrirlo uno mismo.
Es un camino de práctica, en el que prevalecen:
ZAZEN, sentarse a solas con el misterio, pensando
el no pensar,
SAMU, trabajo hecho con devoción,
TEISHO, exposición por parte de quien guía,
DOKUSAN, guía personal.
Se transmite dentro de un marco de vida ética. Zen
sin vida ética lleva al desastre. De ahí que
quien emprende el camino, para ser aceptado como discípulo,
haya de comprometerse a vivir una vida recta.
No se basa en palabras ni letras. La
realidad última es inefable, es una y la misma siempre,
y sin embargo, a la vez, tal como se percibió a partir
de Shakyamuni Buda, se fue reflejando en un marco de enseñanzas
y gestos característicos. "Si una enseñanza
fuera de toda escritura no admite la enseñanza dentro
de las escrituras, no es verdadera enseñanza"
(Isshu Miura).
Todo marco cultural y religioso es la expresión de
una experiencia y fomenta un determinado modo de percibir
la realidad y de interpretar la experiencia. Un cristiano
que practica Zen no sólo aprende y practica un nuevo
modo de abismarse en el misterio sino que aprende además
un nuevo lenguaje que le abre horizontes nuevos. Un nuevo
marco, como es el budista Zen para el cristiano, brinda nuevas
posibilidades de lenguaje para expresar lo experimentado y
crea además nuevas posibilidades de percepción,
siendo a la vez un nuevo instrumento para salvar del olvido
aquello de lo que se ha caído en la cuenta.
Si bien el cauce del Zen es una vida ética junto a
una enseñanza correcta, el cauce, siendo necesario,
no hace el río. El agua de este río es una fuente
que mana en el mismo corazón humano. Y el Zen
es cual dedo que apunta derecho al corazón humano,
y lo lleva a despertar. El maestro o guía Zen es más
comadrona que otra cosa. Es un hecho comprobado una y otra
vez que una práctica seria del zazen lleva a
despertar, a ver la realidad (KEN-SHO) y a la transformación
o personalización de la experiencia, a vivir despierto,
a convertirse en despierto o buda (JOBUTSU).
Con todo, el primer fruto de una práctica regular suele
ser JO-RIKI, una fortaleza, fruto del abismarse
o asentarse, una capacidad creciente para superar las perturbaciones
de la mente y llegar a un equilibrio espiritual.
La transmisión del Zen en Occidente se enfrenta a
la tarea de transmitir el espíritu de corazón
a corazón, y de llevarlo a cabo en la cultura occidental
configurada por el cristianismo, el humanismo y la secularidad.
No es tarea fácil y exige discernimiento.

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